José Manuel Zaldúa Mellado

¿QUÉ ES PARA MI LA ADICCIÓN? MI EXPERIENCIA

Durante mi juventud, viví una realidad que marcó para siempre mi manera de entender la vida. Era una época difícil. Las calles estaban llenas de personas atrapadas en las drogas, familias desgarradas, amigos que desaparecían de un día para otro. Todo era caos y desolación, y parecía que nadie sabía cómo detenerlo. Yo estaba ahí, viendo cómo la vida se destruía a mi alrededor. Pero no solo como un espectador; en un momento de mi vida, también caí.

La droga llegó de forma casi silenciosa, como algo que parecía inofensivo al principio, pero poco a poco fue devorándolo todo. Me vi atrapado antes de darme cuenta. Durante años, viví en una espiral que no sabía cómo frenar. Las drogas arrastraban a mi familia, a quienes me querían. Lo peor es que llegó un punto en el que perdí la fe en mí mismo, en mi capacidad de salir adelante.

Pero tuve algo que muchas personas no tienen: gente que no me dejó caer del todo. En mis peores momentos, hubo quienes creyeron en mí, incluso cuando yo ya no lo hacía. Fueron ellos quienes lograron que ingresara en un centro. Y esa fue la primera vez, en mucho tiempo, que volví a ver una luz al final del túnel.

Ahí, no solo aprendí a dejar atrás mi adicción, sino que entendí algo mucho más profundo: no estaba solo. Las historias de las personas que conocí, sus luchas, sus caídas y sus logros, me hicieron comprender que no somos tan diferentes. Vi en ellos lo que no podía ver en mí mismo: la posibilidad de cambio, la esperanza de un futuro mejor.

Ahí también descubrí cuál era mi verdadero propósito en la vida. Sentí que lo que debía hacer era dedicarme a ayudar a otros que estuvieran pasando por lo mismo. Porque sabía lo que era estar perdido, lo que era sentir que no hay salida. Y también sabía que sí la hay, si alguien está dispuesto a tenderte la mano en el momento adecuado.

Desde entonces, mi vida ha estado guiada por ese objetivo, y con la fundación de Esvidas, estamos consiguiendo ayudar a las personas a encontrar el camino de vuelta a sí mismas, a creer que pueden superar sus adicciones. Es un camino difícil, lleno de retos y caídas, pero también de esperanza y pequeños grandes triunfos.

Cada vez que veo a alguien recuperar su vida a través de nuestros tratamientos de desintoxicación, cada vez que una familia vuelve a unirse o que una persona encuentra una razón para seguir adelante, siento que estoy devolviendo un poco de lo que una vez me dieron a mí. Porque sé, con todo mi corazón, que nadie está perdido del todo. Siempre hay una forma de volver a empezar. Y mi propósito es ser parte de ese regreso.